En 2025, el reciclaje de productos electrónicos será uno de los mayores retos mundiales en materia de sostenibilidad y gestión de residuos, que requerirá la integración de políticas públicas sólidas y tecnologías avanzadas para el correcto tratamiento de estos materiales. Las estadísticas de las Naciones Unidas indican que la generación mundial de residuos electrónicos se espera que alcance los 74 millones de toneladas en 2025, lo que pone de relieve la necesidad imperiosa de soluciones eficaces para la gestión de equipos obsoletos.
El marco normativo brasileño para la gestión de residuos sólidos, incluidos los electrónicos, se apoya en Ley N º 12.305/2010 y el sistema nacional de residuos sólidos (SINIR). El artículo 33 de esta ley establece la responsabilidad compartida en el ciclo de vida del producto, incentivando el desarrollo de tecnologías y prácticas que promuevan la reutilización y el reciclaje.
Además, la Manual Técnico de Residuos del SINIR especifica las directrices para el correcto tratamiento de los residuos electrónicos, haciendo hincapié en la importancia de los procesos certificados y la eliminación ambientalmente adecuada.
En 2025, la automatización y la inteligencia artificial se han integrado en las unidades de reutilización para la clasificación y el desmantelamiento de aparatos electrónicos. La eficiencia de estos sistemas mejora la recuperación de materiales valiosos y reduce el impacto medioambiental asociado a la eliminación inadecuada.
Además, destacan los avances en técnicas de desmagnetización y descontaminación de dispositivos sensibles como discos duros y soportes digitales. Para la destrucción segura y el cumplimiento normativo, los procedimientos recomendados para la higienización de discos duros garantizan la eliminación completa de la información sin comprometer la integridad del soporte físico.
La organización de la cadena de logística inversa requiere especial atención para implantar sistemas de recogida eficientes. La iniciativa pública sigue estándares normativos que recomiendan puntos de entrega voluntaria y centros de acumulación de residuos para garantizar la correcta eliminación de los suministros electrónicos.
Los procesos formalizados de recogida de residuos electrónicos son esenciales para evitar la eliminación irregular y la contaminación ambiental, así como para preservar los recursos naturales mediante la recuperación de materiales estratégicos.
Los países miembros de la Unión Europea y Japón lideran el camino con estrictas políticas de responsabilidad ampliada del productor (RAP), que animan a los fabricantes a asumir compromisos claros en relación con la devolución y reutilización de los equipos postconsumo.
En Sudamérica se están adaptando políticas similares, con énfasis en regulaciones que promueven la formalización de las cadenas de reutilización y la concienciación de los consumidores sobre los riesgos de un desecho incorrecto.
Los principales desafíos son la complejidad de los componentes, que requiere procesos especializados, la fragmentación de las regulaciones estatales y la insuficiente infraestructura del sector público para atender la creciente demanda de recolección y reciclaje.
Se prevé que la creciente digitalización y un mercado cada vez mayor de dispositivos electrónicos sigan impulsando la generación de residuos, lo que refuerza la necesidad de seguir invirtiendo en innovación, normalización y educación medioambiental para aumentar las tasas de reciclaje y reducir el impacto social y medioambiental.
Por último, el sector de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos es uno de los más afectados.
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