La gestión del fin de vida de los activos es crucial para el mantenimiento de la continuidad de las operaciones organizacionales. La integración de este proceso al plan de continuidad de negocios asegura un control eficiente sobre riesgos, cumplimiento normativo y reducción de impactos ambientales y operativos.
Los activos tecnológicos y equipos que alcanzan su ciclo final pueden representar riesgos críticos si no se manejan correctamente. La exposición a fallas de seguridad de la información y contaminación ambiental puede comprometer el funcionamiento de las operaciones y la imagen institucional.
De acuerdo con la Ley Nº 12.305/2010, que establece la Política Nacional de Residuos Sólidos, es obligatorio realizar la gestión adecuada de los residuos generados, especialmente aquellos que presentan riesgos ambientales y para la salud pública.
Además, el Sistema Nacional de Información sobre la Gestión de Residuos Sólidos (SINIR) orienta prácticas para la eliminación segura y rastreada de los materiales, lo que debe reflejarse en el plan de continuidad.
Los activos de TI contienen datos sensibles que requieren procesos rigurosos de eliminación para evitar fugas de información. La sanitización segura de medios, incluyendo discos duros y dispositivos de almacenamiento, debe priorizarse conforme a las mejores prácticas descritas en el NIST (National Institute of Standards and Technology). Para garantizar conformidad, se recomienda el uso de soluciones especializadas de sanitización de HD y medios.
La eliminación incorrecta de activos puede generar contaminación y acumulación indebida de residuos peligrosos. El cumplimiento de las directrices ambientales, como las del CETESB, es imprescindible para mitigar impactos negativos y consolidar prácticas sostenibles alineadas con criterios ESG.
Integrar el fin de vida de los activos en la planificación de continuidad implica identificar ciclos de vida, evaluar impactos operacionales y definir procesos para sustitución, eliminación y recolección con transparencia y seguridad. La cooperación con proveedores de servicios calificados, que ejecuten la recolección y disposición adecuada, es fundamental para concretar la planificación.
La gestión del fin de vida de los activos dentro del plan de continuidad promueve la minimización de riesgos, cumplimiento legal y responsabilidad ambiental. Esta integración es decisiva para garantizar que las operaciones mantengan su resiliencia frente a desafíos tecnológicos, ambientales y normativos.
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